martes, 20 de diciembre de 2011

No más niños quemados ni muertos por ebrios

Llegó Navidad.


Es una época alegre, bonita, a mí me gusta mucho. Excusas para reunirse con amigos y familiares.


Nuestra cultura revoltosa le ha dado una connotación trágica.


Gente que bebe hasta embriagarse, sale manejando y acaba con la vida propia y/o la de otros. Cada año recuerdo al papá de un amigo, que iba totalmente sobrio, con sus 2 hijos, a las 12 de la noche del 24, cuando un fulano ebrio le chocó. El señor murió, dejando 2 niños huérfanos. Los niños salieron con fracturas del accidente.


Gente que toma un arma para el mismo efecto. Las malditas balas al aire, que no “se pierden” como piensa la gente, sino que en algún sitio caen, desgarrando la vida de un ser humano, por las desgraciadas casualidades generalmente niños.

Gente que les compra pólvora a los niños para quitárselos de encima mientras departen felizmente con los amigos. Que los deja solos jugando con fuego. Padres irresponsables que le dan al niño un cigarro para que esté encendiendo los cohetes y claro, para que no se apague hay que estar inhalando, enseñando al menor a fumar.

Gente que deja que los niños jueguen de tirar cohetes al que va pasando, o que los tiren desde segundas, terceras o cuartas plantas, para que le caigan a los de abajo, que nada tienen que ver.


Gente que gasta decenas de dólares que no tiene para comer, pero los despilfarra en pólvora que llenará de humo y papeles el ambiente, generando enfermedades respiratorias a los niños, especialmente a los bebés de menos de 2 años.


Yo tenía un gato cuando era niña, que sabiamente cada 24 y 31 se escondía detrás de la refri y no salía hasta que había pasado la “reventazón”. Así nos va a tocar a todos los que tenemos bebés, escondernos y encerrarnos para alejarlos del humo y no siempre se puede.


La alergista ya me dijo que les de antihistamíninco a ambos todo el mes de diciembre, por la dichosa pólvora. Ni le cuento cuánto vale cada frasco. Aparte del daño al organismo de los niños de tomar tanto medicamento.


A mi cuando era niña, sentada en la puerta de mi casa, sin reventar pólvora, me quemó la ropa un silbador que alguien de la calle de enfrente tiró. O sea, que aunque uno no lo haga, no está a salvo.


Usted, sea responsable esta navidad y no compre pólvora. Ya tuvo las luces Campero. Si quiere vea las de Sidney y las de Chile, CNN se las pasa minutoa minuto.


Duele el alma el ver las estadísticas de niños quemados. Fueron 49 el año pasado. Que este año no sea ninguno, y sobre todo, que no sea el suyo.


No más niños quemados con pólvora. Ya no.


Y si toma en Navidad y Año Nuevo, quédese guardadito en su casa o donde tomó. No salga a destrozar su propia vida y la de otros que ni culpa tienen.

lunes, 5 de diciembre de 2011

La vida de madre soltera no es para mí

El sábado fue un dia raro.


Por razones Scout me quedé sola con Gaby todo el dia.
Hasta las 5 pm iba todo bien, pero cuando ví que realmente me iba a tocar así quizá hasta el dia siguiente, me entró como pánico escénico.


No me podía ir a Sta Ana donde siempre soy bien recibida, porque es un viaje demasiado largo para hacerlo sola, ya que a la bebé le puede dar por llorar o desesperarse a medio camino y necesito alguien que vaya atrás con ella por cualquier cosa.


Le llamé a algunas personas y nadie estaba disponible, ya sea que estaban ocupados, que yo tenía un celular equivocado, o que nunca respondieron.

Quería ir a ver las “ofertas” en SIMAN, pero me dio miedo irme a Metro sola con la bebé. Pensé que era un dia movido (sábado en la tarde es un hormiguero de gente), en la dificultad que tiene para transitar en coche de bebé, en el parqueo...en fin, me decidí por LGV, aunque tan confiada no iba, por un tweet de días atrás, en que alguien mencionaba que a un familiar le habían abierto el carro y los ladrones se quedaron a esperarlo. Glup.

Fui, di vueltas, filas de gente en las cajas, mirando todo sin ver nada realmente. Después de darle su comida a la bebé, en una banca que compartí con unas señoras encopetadas hablando mal de sus parientes, entré al almacén. Debí comprar los regalos de navidad de la familia, puesí, aprovechar el descuento...pero algo en mí no andaba bien. Imagínese usted, una mujer sin ánimos de comprar! (sí, yo sé, muchos hombres reirán con este comentario).


Por mucho que los hombres de la familia protesten y protesten porque me tardo viendo ropa o porque ya se aburrieron ahi dentro, y por mucho que se venga el pensamiento de “mejor vengo yo sola”, ahí estaba yo, sola, sin nadie que me “detuviera” en mi vitriniada...pero no sentía el menor deseo de ver nada.


Me entró la cosquillita de irme ya, aunque tenía hambre no me atrevía a entrar a un lugar a comer por miedo a que se me hiciera noche ahí. Le di de comer nuevamente a la nena (vida de bebé, come, come, come) y me fui. Le andaba huyendo al tráfico de las luces campero y cuando salí del parqueo voy viendo la gran cola frente a mí. Menos mal que Gaby iba dormida.


No entendía por qué la Jerusalem estaba cerrada, había una patrulla al inicio del paso a desnivel. Cuado pasé por el redondel de Multiplaza y estaba cerrado también, caí en la cuenta de la dichosa carrera nocturna, he ahí la fuente del tráfico que no había considerado.


Media hora, en una cola de hormiga, desde la salida de LGV hasta las Fuentes Beethoven, donde el tráfico parecía de sábado a mediodia, cuando casi rondaban las 8 pm. Una vez pasado el semáforo me di cuenta que ahí el “lleno” lo constituían los carros parqueados alrededor de la fuente 2, donde imagino que el tío Norman ha iluminado de azul, azul, azul, tan azul que ya sentía saltar un pitufo frente al auto.


Con mi bolsita de hamburguesa – mis felicitaciones al Chef que diseñó el autoservicio por dónde pasé, casi me sentía dando serenata por lo alto que estaba – llegué a casa con mi beba dormida...y que despertó al sacarla de su silla.


Jugamos un rato “tortillitas”, se me tiró encima, me dejó la huella de sus 6 dientes en mi mano, le di el Ipod para que lo encontrara mientras sonaba la música y cuando rondando las 10 se durmió “del todo”, me comí el contenido de la bolsa de papel viendo Top Chef just desserts. Y concluí que a saber cómo hacen mis hombrecillos, porque acabé con dolor de panza por comer y ver TV al mismo tiempo.


Bien feo eso de andar sola con un bebé. Me imagino que así ha de ser la vida de las madres solteras que no tienen a su familia cerca. Así le ha de tocar a la vecina, que creo yo está divorciada y anda acarreando a sus dos crías de aquí para allá.


No, de plano que no, eso de la soledad no fue hecho para mí.


Mis respetos a usted, que enfrenta esa situación diariamente con valor de madre, mientras se acuesta y se levanta sola a ver crecer a sus retoños.