Anda circulando un
video de una campaña para una compañía de juguetes que dicen ellos
quieren romper con los estereotipos que pone Barbie y sacan a un
montón de niñas en brillitos y rosa de las cuales se desprende una
en all star y despeinada (dicen, yo no vi el video, solo leí la
nota) y con un martillo le pega a la Barbie.
Realmente, no sé
qué opinión tener de esa campaña. Primero porque no estoy segura
de qué tan maligno sea jugar con Barbie y luego que tampoco sé qué
tan beneficioso sea “educar” a base de martillazos, que en sí,
es violencia.
Les voy a contar. Yo
tengo una mamá fashion, de cabello con tinte implecable, peinada de
salón de belleza, uñas largas, falda y tacones, que cuando vamos
juntas nos preguntan si somos hermanas y capaz que alguien todavía
ha dudado en quién es la mayor. En mi casa para leer había
Cosmopolitan y Vanidades, ahí conocí al tal Corin Tellado y a
cuanta estrella mexicana hubiera por la época. Peeeero...yo no soy
fashion y disto mucho del estereotipo de niña sentada en su sillón
rosado esperando al príncipe azul. Yo fui por la vida de shorts,
tennis y calcetines, con la cara lavada. De hecho, toda mi infancia
fui el estereotipo de lo que la gente llama “nerd” nomás que sin
lentes. Ratón de biblioteca
pues.
Pero yo jugué con
Barbie y me encantaba la muñeca y lo linda que se veía.
Tuve la Barbie
gimnasta porque me la regalaron y supongo que era de las más
baratas, aunque ahora se ha hecho famosa porque es la de Toy Story
La Pink & Pretty que me la compró mi mamá para mi 11
cumpleaños, con sus faldas traslúcidas rosadas con estrellitas y su
abrigo de peluche rosado.
Al año siguiente vino la Golden Dream
Barbie, con todo el atuendo dorado y un cabello rubio dorado
lindísimo que me encantaba peinar.
La última fue la Vaquera, que
traía un traje blanco ajustado y sombrero vaquero.
La única diferencia
que veo con el estereotipo es que nunca jugué a que Barbie salía
con Ken (bueno, nunca me interesó tener a Ken), ni a que iban de
compras ni que hablaban entre ellas. Como la niña solitaria que era
y hermana mayor de un niño al que me tocaba entretener jugando
pelota, carritos, trompo y chibolas mientras mis papás trabajaban,
lo que hacía con Barbie era principalmente peinarla y
vestirla...quizá porque yo tenía esos colochos enredados que no
agarraban puesto y ella era toda cabello lacio y laaaargo.
Pero bueno, en casa
también había un libro de carpintería de esos de hágalo ud mismo
con madera prensada y entonces con cartón reproduje los muebles de
sala, de comedor, la cama, closet y demás, en tamaño muñeca
siguiendo los patrones del libro. También había un libro de costura
de mi abuela, con vestidos de mil novecientos entonces y a puro
patrón aprendí a hacerle ropa a la muñeca, que cosía a mano
porque jamás aprendí a usar la máquina, aunque había una en casa.
Eso sí, no me pida mangas ni cuellos porque me aburrí en ese
capítulo y solo hice pantalones, faldas vueludas y blusas
desmangadas.
Nunca pasó por mi
mente algo diferente a la línea recta que era la escuela, el
bachillerato, una carrera universitaria y trabajar en la profesión
en cuestión, tener una casa propia, casarme y los hijos, así en ese
orden pensaba yo a mis 12 años, aun con la Barbie a la par. Quizá no
hice todo en el orden, porque aun estoy en lo de la casa propia, que
fue una desviación, pero hasta antes de ahí todo salió bien.
No sé la verdad qué
tanto pueda afectar a las mentecitas de hoy el jugar con una muñeca,
lo único que sé es que yo tuve una relación sana y feliz con
Barbie y aquí estoy, tan feminista y rebelde como cualquiera de las
que odian el rosa, con la diferencia de que puedo llevar ambas cosas
sin que se atropellen entre sí.
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