lunes, 24 de junio de 2019

Desastres (no) naturales

Hace rato opinaba sobre en twitter sobre la diferencia entre llamarle sismo y llamarle terremoto a lo que sucedió aquella noche a las 3 de la madrugada. 

Sí, es correcto, semánticamente son lo mismo. 

Según la RAE 
Sismo: del griego seismos. 1. m. terremoto. (sacudida de la corteza terrestre) 

PERO perceptivamente no son lo mismo. 

¿Por qué? Porque se apela a la memoria colectiva, los significados que le damos a las cosas. 

Así, ponía yo el ejemplo, si a un salvadoreño que no trabaje en el MARN le preguntan ¿cuándo fue el último terremoto en El Salvador? Seguro les responde que en 2001. 

Pero, un técnico sabrá explicar que aquí cada día hay sismos, de mayor o menor intensidad, y que en todos estos años han sucedido varios movimientos de las placas tectónicas de intensidad suficiente como para ser percibidos. ¿Por qué no les hemos llamado terremotos? 

Yo considero que porque no han estado asociados a lo que un terremoto significa en nuestra mente: muertos, edificios colapsados, servicios cortados, damnificados por cientos; en una palabra: caos. 

Los otros sismos solo nos dejan el gran susto y ya, la vida sigue y hacemos el chiste. 

Esto es similar a lo que pasa con la trillada frase “desastre natural” que a los medios de comunicación les encanta poner en letras grandotas en las portadas y repetirla en los noticieros de TV. 

Pero resulta que el tal desastre natural NO EXISTE. 

Desde la técnica existen los FENÓMENOS naturales: lluvia, nieve, tornados, erupciones volcánicas, sismos, huracanes y demás. Todos los días en algún punto del planeta suceden fenómenos naturales que-no-afectan-a-nadie. Y no afectan porque suceden en regiones no habitadas. 

Pero interviene la humanidad y van y construyen sus hermosas casas a la orilla del mar, en la punta del cerro, en la parte inclinada de la ladera, en-un-volcán!!!, en sitios donde se sabe que pasan fallas geológicas, hacen ciudades a la orillita de los ríos. 

Esas acciones del hombre (y ajá, de la mujer también) crean VULNERABILIDAD. 

La vulnerabilidad no la hizo Dios ni la madre naturaleza, la fabrica a borbollones el ser humano. 

Entonces 

Fenómeno natural + vulnerabilidad = desastre 

El desastre no es natural, pero como queda más lindo en las portadas de los periódicos echarle la culpa a la malvada madre naturaleza de la mortandad y destrucción, le llaman desastre natural. 

Y ahí construyen más vulnerabilidad. 

¿Por qué? 

Porque le transmiten a la gente la idea errónea de que con las lluvias (que manda el cielo) se viene la correntada de lodo que sepulta a los pobres humanos...y pues como es algo natural, qué-le-vamos-a-hacer-nomás-resignación. 

Pero la lluvia hace correntada de lodo porque antes había vegetación que absorbía y no pasaba nada, pero al talar la tierra queda desprotegida y se desliza. Pero antes, ahí donde ocurrió un desastre (Montebello, por ejemplo) por un tiempo no hubo más casas, porque estaba el recuerdo de la tragedia. 
Pero un día los nuevos constructores llegaron y, como no tenían memoria histórica, dijeron ve qué bonito este terreno vacío y barato, hagamos una colonia. Y ahí tenemos nuevamente poblada la zona que en 1900entonces sepultó la correntada de lodo. 

¿Por qué no se corrige? 

Pues porque como el desastre es natural no hay nada que podamos hacer. 

Pero es que no es natural. 

Pero es que sí lo podemos evitar. 

Entonces, cerrando, los términos en los que difundimos un fenómeno sí inciden en la percepción y reacción de la gente, aunque, ajá, sean sinónimos. 

Sean curiosos, vayan a ver las publicaciones del MARN a ver cómo le llaman ellos.

martes, 18 de junio de 2019

Comunicación para el cambio social

Creo que no les había contado: tengo una nueva vida paralela. Sí, he encontrado tiempo para vivir de nuevo la experiencia universitaria, aunque sea de a poquito y con gotitas.
Es hacer lo que siempre quise hacer, realmente.
Un día me levanté y me escuché a mí misma repitiendo lo que siempre había dicho: no estudié eso porque mis papás no me dejaron. Y ahí entendí que a estas alturas del cuento eso ya no era justificación, ya era excusa. A estas alturas de la vida, mi padre desde el cielo y mi madre que aun me acompaña, ya no tienen nada que ver con esa necesidad no satisfecha en mi vida.
Y entonces dije ¿por qué no? Y no, no me puse a responderme porque de seguro habría encontrado miles de formas de sabotearme a mí misma: no hay tiempo, no hay dinero, ya estoy mayor para esto, me da pena, el trabajo, el cansancio, los hijos...mñe. Uno es bueno para eso, para autorobarse oportunidades.
Y entonces heme aquí, les voy a dejar uno de los productos del capítulo 1 de esta nueva aventura.
Denle volumen que está bajito, así será mi miedo escénico aun.


Y, como decía Raúl Velasco, aun hay más