Llegó Navidad.
Es una época alegre, bonita, a mí me gusta mucho. Excusas para reunirse con amigos y familiares.
Nuestra cultura revoltosa le ha dado una connotación trágica.
Gente que bebe hasta embriagarse, sale manejando y acaba con la vida propia y/o la de otros. Cada año recuerdo al papá de un amigo, que iba totalmente sobrio, con sus 2 hijos, a las 12 de la noche del 24, cuando un fulano ebrio le chocó. El señor murió, dejando 2 niños huérfanos. Los niños salieron con fracturas del accidente.
Gente que toma un arma para el mismo efecto. Las malditas balas al aire, que no “se pierden” como piensa la gente, sino que en algún sitio caen, desgarrando la vida de un ser humano, por las desgraciadas casualidades generalmente niños.
Gente que les compra pólvora a los niños para quitárselos de encima mientras departen felizmente con los amigos. Que los deja solos jugando con fuego. Padres irresponsables que le dan al niño un cigarro para que esté encendiendo los cohetes y claro, para que no se apague hay que estar inhalando, enseñando al menor a fumar.
Gente que deja que los niños jueguen de tirar cohetes al que va pasando, o que los tiren desde segundas, terceras o cuartas plantas, para que le caigan a los de abajo, que nada tienen que ver.
Gente que gasta decenas de dólares que no tiene para comer, pero los despilfarra en pólvora que llenará de humo y papeles el ambiente, generando enfermedades respiratorias a los niños, especialmente a los bebés de menos de 2 años.
Yo tenía un gato cuando era niña, que sabiamente cada 24 y 31 se escondía detrás de la refri y no salía hasta que había pasado la “reventazón”. Así nos va a tocar a todos los que tenemos bebés, escondernos y encerrarnos para alejarlos del humo y no siempre se puede.
La alergista ya me dijo que les de antihistamíninco a ambos todo el mes de diciembre, por la dichosa pólvora. Ni le cuento cuánto vale cada frasco. Aparte del daño al organismo de los niños de tomar tanto medicamento.
A mi cuando era niña, sentada en la puerta de mi casa, sin reventar pólvora, me quemó la ropa un silbador que alguien de la calle de enfrente tiró. O sea, que aunque uno no lo haga, no está a salvo.
Usted, sea responsable esta navidad y no compre pólvora. Ya tuvo las luces Campero. Si quiere vea las de Sidney y las de Chile, CNN se las pasa minutoa minuto.
Duele el alma el ver las estadísticas de niños quemados. Fueron 49 el año pasado. Que este año no sea ninguno, y sobre todo, que no sea el suyo.
No más niños quemados con pólvora. Ya no.
Y si toma en Navidad y Año Nuevo, quédese guardadito en su casa o donde tomó. No salga a destrozar su propia vida y la de otros que ni culpa tienen.