miércoles, 22 de febrero de 2017

Disentir

Sí, yo disiento. Mucho. Muy seguido. Con mucha gente.

Soy un ente raro en esta tierra, que cree en que la presunción de inocencia, en que te dicen la verdad, en decir la verdad, en presentar hechos tal cual son para poder formar opinión.

Entre mis amigos está circulando en redes sociales una recopilación de documentos de hace 25 años, relativos a alguien que falleció por esas fechas. Alguien de derecha.

Yo soy abiertamente de pensamiento de izquierda, entendiendo la izquierda como la opción por los pobres que mencionan los Jesuitas, como el beneficio de las grandes mayorías y no de unas pocas minorías, como la justicia social, como la igualdad y como tantas otras cosas bonitas que vienen por añadidura. Y no, no soy militante del FMLN ni me siento orgullosa por su accionar como partido político. Lo que sí, es que me indigna cuando la gente, que se dice de derecha, critica por criticar, sin proponer nada, sin decir cómo harían ellos mejor las cosas. Por eso si vieran mi time line en twitter encontrarían muchas veces tuits como este: “ya no me aguanto porque llegue 2019 y le regrese el poder a la derecha, porque sus tuiteros tienen desde ya la solución a todos nuestros problemas”. Y eso, obviamente, es dicho desde la más linda de las ironías, ya que los dichosos tuiteros lo que menos hacen es proponer, pero están absolutamente seguros de que “nos vamos a componer” cuando su partido regrese al poder. Y bueno, si esa fuera de verdad la solución para todos los males que aquejan a este país y sus habitantes, pues que regresen...pero dudo mucho que el cambio de gobernantes nos vaya a sacar de algo, más que de nuestras casillas.

Entonces, hay gente que se dice de izquierda y que se refiere a la gente de derecha con palabras como “asco”, una palabra que no interiorizo para ese contexto, quizá por eso yo no les entiendo sus planteamientos, o mejor dicho, me parece que su forma de plantear los hechos no abona mucho a que las nuevas generaciones, esas que no traen tatuado en su corazón y pensamientos las luchas que valen la pena, entiendan bien por qué algo fue malo y no hay que repetirlo.

Mucho se dice en psicología, o más bien se lo dicen a uno los psiquiatras y psicólogos, que uno tiene que aprender a aislar los hechos de las personas y tratar objetivamente hechos y no emociones. Yo sé que las redes sociales son para poner lo que a uno le dé la gana, que nadie es más que otro para censurar, pero quizá los que hacen uso de una posición institucional – por el hecho de obtener la información a través de su trabajo en una institución y ser reconocido como trabajador de dicha institución, aunque no lo mencione en sus redes – deberían, creo yo, ser más imparciales al presentar los hechos, especialmente si gozan de muchos seguidores. Eso es, claro, partiendo de la premisa de que quieren dar un aporte a esta sociedad polarizada, dividida, conflictuada, tan llena de odio y resentimiento. Porque claro, seguir echando leña al fuego podemos todos, sin necesidad de títulos académicos en cualquier rama de las Ciencias Sociales y Humanísticas.

Es bien raro el sentimiento. Porque sí, la persona referida no fue lo que podríamos llamar “buena persona” mientras vivió, pero no veo cómo reirnos de sus esquelas mortuorias apoye a que la gente entienda que hizo cosas que contribuyeron de destrozar a este país y sus habitantes.

Quizá solo estoy sensible porque mi padre murió y no me hace mucha gracia burlarse de la muerte, de quien sea, buena o mala persona.

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