lunes, 11 de febrero de 2019

Ya no quiero soñar

No sé si alguna vez les conté, pero a veces sueño cosas que van a pasar en el futuro.
Es complicado, porque, obviamente, al despertar no puedo saber si ese sueño es de los que sí va a suceder o de los que no.

Tengo muchos deja vu, especialmente en conversaciones en persona, aunque ya me pasó hace poco en twitter, que vi una cadena de comentarios y sentí que ya los había visto antes y que aun faltaba otro y era de una mujer. Estaba oculto como "una respuesta más" y al desplegarlo, en efecto era de una mujer. ¿Terrible, verdad?

El más antiguo del que tengo recuerdo sucedió hará 15 años talvez. Yo siempre era -bueno, sigo siendo - de las que se entera por último de cualquier noticia. Habían cosas que se sabían en la oficina, pero solo en los círculos cercanos a la Dirección, en los que yo no estaba, así que no me enteraba. La cosa es que una vez soñé con el Director, nos estaba dando un discurso y al final informó que nos dejaba, porque lo trasladaban a otro país. A los días fue la reunión general mensual de la oficina. Como cosa rara la hicieron en otro lugar, muy elaborada. Al final, como era costumbre el Director se paró frente a todos y nos dirigió unas palabras...y cerró diciendo que se estaba despidiendo porque lo habían trasladado al otro lado del mundo. Sí, me puse helada y le fui a contar. Bien recuerdo que me dijo "si alguna otra vez soñás conmigo, ahi me decis".

Pues, en efecto, al tiempo de haberse ido volví a soñar con su familia, con la esposa específicamente, la veía con un bebé. Entonces más en broma que en serio, le escribí un correo y le conté...a lo que me devolvió el mayor de sus asombros diciéndome que sí, estaban esperando un bebé. Plop.
Otra bien extraña fue cuando soñé con un señor que no conocía, no recuerdo qué fue lo que soñé, solo recuerdo que al despertar lo comenté y me dijeron "pues la descripción parece la del vecino del apartamento de abajo". Yo, como buena despistada que soy, nunca había reparado en el vecino de abajo, ni siquiera sabía quién vivía ahi. La sorpresa fue que al salir nos enteramos que el vecino de abajo había fallecido esa noche mientras dormía. De miedo.

La más reciente, y una que sí me ha dolido, es que hace unos 10 días soñé que estaba acompañando a un amigo en el funeral de su padre. No le dije, sus papás estaban bien, saludables hasta donde yo sabía, el señor tendría unos 65 años según creo que me dijo. Somos amigos, pero nunca conocí a sus papás, ni siquiera sé sus nombres. Hay cosas que los hombres no son muy dados a contar, supongo. Lo feo es que el papá de mi amigo falleció este viernes. De la nada se puso mal y en 3 días enfermó mucho y no alcanzó ni a llegar al hospital, falleció en la ambulancia. Me dio mucha tristeza cuando me enteré por el estado de Whatsapp el sábado.  Me ha quedado el remordimiento de no haberle contado. Me quedará la duda eterna si eso fue un aviso o qué fue.

Ya no quiero seguir soñando así, ya no.

jueves, 7 de febrero de 2019

Y volver, volver, vooooooolveeeeeer...con uno menos

Sí, recuerdo que tengo un blog.
Sí, a twitter sí voy a escribir.
Sí, sí he pensado en volver.

Descubro que lo último que escribí fue hace 4 meses. También hace 4 meses que empecé el libro, objeto del último post, y que no he pasado de la página 100.
Vida, eso que pasa entre que cerrás los ojos y los abrís otra vez y ya es un nuevo día que te atropella nuevamente y hay que trabajar y correr de aquí para allá y dejar todo inconcluso para mañana, sí, mañana, volver a intentar terminar.

No tengo ánimo de hacer una entrada elaborada y profunda sobre la coyuntura electoral que acabamos de pasar. Sí, tenemos nuevo presidente electo, ganó en primera vuelta, ni idea quién conformará su gabinete, ni idea si sus proyectos de campaña son realizables o puro cuento, ni idea de si va a hacer que este país mejore de verdad o si solo seremos los protagonistas de una campaña publicitaria de 5 años de duración para que el señor dueño de agencia de publicidad se vea bien parado. Mñe.

Han pasado cosas, sí.

El 15 de octubre falleció mi abuelo, el único que me quedaba. Digno representante de 1932, falleció a los 86 años simplemente de no ganas de vivir. Más o menos a los 50 le dio el primer infarto, que nos puso a todos a pensar en la fragilidad de la vida y cómo sería sin él, el hombre fuerte de la familia. Después vino el segundo infarto y el marcapasos. Después los riesgos derivados de andar el aparato y la recomendación que le empezó a quitar la vida por goteo: no maneje más, no salga solo, quédese en la casa. Quedarse...¿específicamente para qué? Su vida fue conducir, camiones, trailer, autobuses, pick ups...una vida yendo de aquí para allá, por toda Centroamérica, sin darle cuentas a nadie, un alma en libertad. Pasar de eso a quedarse en su casa a ver al gato y al perro hacer lo mismo uno y otro día le fue quitando las ganas de vivir. Empezó a moverse en bus. Un tercer infarto en el puesto fronterizo de Guatemala-El Salvador lo condenó al enclaustramiento total "ya no salga solo". 
A lo largo de varios años lo vimos irse de a poquito, cada visita era un anuncio: "yo ya me voy a morir, no estoy haciendo nada, ya me cansé".
Lo vi con vida por última vez un par de meses antes. La planificación era ir, como en cada vacación, a visitarlo en Navidad. No llegó. No llegué. Ni siquiera pude ir al funeral porque yo misma estaba enferma sin poder caminar, mucho menos agarrar el carro e irme.
Me gusta tomar fotos de paisajes, los lagos y lagunas me llaman la atención. En el camino a su casa está la laguna
Siempre quise tomarle foto, pero no lo hacía porque era como una promesa en mi interior: iba a volver, a verlo, me iba a resistir a tomar la foto para que hubiera una próxima vez.
No fui a esa última vez, no tengo foto de la laguna (esa es de internet) y no sé si volveré a ir al pueblo. Sin él, no hay mucha motivación para recorrer casi 3 horas y 120 km de ida y lo mismo de vuelta.

En estos días he encontrado fotos donde estamos todos, él y mi padre aun jóvenes. Es difícil asimilar que ya no están, que los hombres de la casa se han ido para nunca más volver. Que solo quedamos mi mamá y yo...que ya no hay nadie más atrás ni a los lados en el organigrama de la vida.

Hasta siempre, Paco, aunque no me haya podido despedir.