Estamos plagados de
dengue, chicungunya y zika. De cereza llegan el Gillian-Barré y la
microcefalia. A estas alturas me pregunto cómo hicieron en tiempos
remotos para erradicar el paludismo en Panamá – o no sé si fiebre
amarilla sea lo correcto – pero el punto es que en la época de
construcción del canal los muertos caían al por mayor. Desde que me
acuerdo, aquí no hay casos de paludismo ni fiebre amarilla, sin
embargo en países de Sudamérica hay regiones que exigen la vacuna
contra la fiebre amarilla para poder viajar...o al menos lo hacían
en 1999 cuando me la pusieron y al final ni fuimos al viaje -y duele
como la del tétanos, fíjense -.
El malvado
transmisor es el mismo de siempre: el diminuto zancudo Aedes Aegypti,
que no llega ni al centímetro.
También desde que
me acuerdo lo conozco, mi papá lo mencionaba como un enemigo
acérrimo al que había que destruir a toda costa. Crecimos entre el
humo de los espirales de aután y rociados de repelente...ahora me
pregunto si no hubiera sido más fácil y menos dañino a la salud
que nos hubieran puesto mosquitero, digo yo.
En algo funcionó,
porque hasta el sol de hoy no me ha dado dengue – y espero no estar
con esto llamando a la desgracia, como dicen -.
Ya grandes nos
revelamos y opusimos a seguir tosiendo con el tal humo, entonces
inventaron las laminitas que dizque emanaban algo que molestaba a los
zancudos, a saber.
La gran regada con
todo esto es que a veces no es suficiente lo que uno hace, porque el
vecino se lo bota. He tenido la suerte de vivir en lugares donde en
mi infancia no habían tantos zancudos, porque he llegado a lugares
donde es imposible estar, son nubes de pequeños puntitos pululando
en el aire. Asumo que así debe ser en las zonas donde hay gente que
ya le dieron las 3 enfermedades.
Ya de madre,
mientras viví en 3a planta los zancudos eran raros, pero
si veía uno lo perseguía por todos lados hasta que me quedaba
deshecho entre las manos. Era necesario, no podía arriesgar a mis
tesoros a ser presa de estas enfermedades. Ahora tenemos zarandas en
todas las ventanas y en la noche el cuidado de cerrar las puertas al
exterior, para que no se metan.
La gran desventaja
es que el zancudo ha mutado. Antes se le podía escuchar y era lo
suficientemente grande para verlo a distancia. Ahora consiguió
silenciador y se hizo casi transparente.
Salvo muy raras
excepciones, siempre voy al trabajo con pantalón y zapato cerrado
con calcetines, no porque no me gusten las sandalias o los vestidos,
sino porque está plagado de zancudos. Es tan así la situación que
ya me han atravesado el jeans para picarme. Y entonces aquí puedo
hilar esto con lo que quería, que es opinar sobre las opiniones de
algunas personas sobre las recientes recomendaciones del Ministerio
de Salud.
Ya leí al menos dos
artículos de mujeres que se quejan por todo lo alto del “machismo”
del Gobierno, al sugerir a las mujeres que planifiquen e intenten
evitar los embarazos al menos este y el otro año, mientras logran
controlar la, creo que ya es, epidemia de zika. Y dicen machismo
porque se lo dicen a las mujeres, y no a los hombres o a la población
en general.
La sugerencia a mi
me parece oportuna y acertada, la microcefalia no es chiste, y mucho
peor el riesgo de que el bebé fallezca.
Digamos que sobrevive el
embarazo y ya, no le dio en la época de más riesgo, que es en los
primeros meses en los que se desarrolla el cuerpo del bebé -los
últimos dos meses son básicamente de ganar peso, pero ya está casi
todo formado – pero le da al final del embarazo.
Si ud nunca ha
estado embarazado no puede imaginarse el dolor de espalda de andar
cargando esas 20 libritas extra en un punto tan bajo, pero yo no me
puedo imaginar cómo podría uno de 8 meses aguantar los dolores del
chicungunya o del zika...o la hinchazón, diosguarde. En mi último
embarazo me hinché desde los 5 meses y la Dra me hizo todos los
exámenes que se le ocurrieron para buscar la causa, pues era muy
temprano para eso, y no dio con nada. Meses después del parto en
otras consultas descubrimos que tenía artritis. Eso. Una enfermedad
preexistente – que no sabía que tenía – me estaba complicando
el embarazo.
Y justamente a medio
embarazo fue que se vino la aparición del H1N1. Y fue angustiante.
Me acuerdo perfectamente la sensación de inseguridad, de angustia,
de miedo a que esa cosa, que era transmisible como una gripe, me
fuera a dar y esa bebé que ansiaba tanto fuera a sufrir las
consecuencias. Dia tras dia, las noticias traían más casos, los
colegios ofrecían vacunar a los sanos y la duda de si la tal vacuna
era efectiva o traía más complicaciones que beneficios, gente
alrededor que estornudaba y tosía. Miedo, mucho miedo al contagio.
Mi conclusión: sí,
si hubiese tenido una bola de cristal que me dijera que en ese año
se venía esa epidemia, con toda premeditación hubiera pospuesto el
embarazo. ¿Para qué correr un riesgo tan grande? ¿La edad? Nah,
Dios ayuda y si ha de ser, es.
Entonces, retomando
el tema de los artículos de opinión, las dos que he leído son de
mujeres que no tienen hijos y hasta donde les he leído, no tienen la
menor intención de tenerlos. Es decir, hablan de un tema que no
conocen y opinan desde la perspectiva de otro tema que defienden: el
feminismo.
Pero mire, la salud
no tiene ideologías. Que el Gobierno es incapaz de controlar la
propagación de la enfermedad, que inútiles, que irresponsables, que
nojequé… y usted ¿ya fue a ver su patio?
Es decir, los zancudos
salen de la casa de cada uno, no de Casa Presidencial.
El Ministerio
de Salud se puede gastar toooooooodos los recursos que se imagine en
campañas de concientización, en fumigar, en dar abate, en afiches,
en anuncios, en visitar las casas...pero si usted no limpia en su
propia casa y no colabora a que no hayan zancudos, el MINSAL está
solo y una golondrina no hace verano.
Eso por un lado. Por
el otro, la sugerencia es válida en cuanto los otros 6 millones que
comparten conmigo estos 21,000 km han dado claras luces de que a
veces necesitan que se les ilumine, así que como recomendación, si
no se le había ocurrido antes a ud, pues no está de más. Al menos
para hacerlo pensar, reflexionar, de-ci-dir.
Por qué no me
parece ofensivo ni trascendental que se lo digan a las mujeres y no a
los hombres? Porque en principio por mucho que se ame la pareja y sea
solidaria y bla bla bla, la embarazada es una, no él. Al Sr padre le
puede dar hepatitis si quiere, y al bebé no le va a pasar nada. ¿sí
entiende? Es una, de mujer, la que tendría en todo caso que vivir
ojo al Cristo los 9 meses para evitar que un zancudo no se le
acerque. Y, si tan sólida es la pareja, pues basta con que la señora
diga “mirá amor, mejor nos esperamos”. Y si la relación es
mala, y hay violencia, y no hay respeto, y así, ni todos los
discursos del mundo dirigidos al hombre harán que los embarazos no
se den, y en esas circunstancias, la microcefalia quizá sería el
menor de los males que pueden venirse a la vida de ese bebé.
Yo apoyo la igualdad
de hombres y mujeres, las libertades de elegir, el derecho a ser o no
ser padres, etc. Pero, como dijo bien una Psicóloga recientemente,
uno debería aprender a elegir sus batallas, y desde mi punto de
vista, esta no es una para apoyarse en el tema de la igualdad.
Pero, los entiendo,
en sus mentes anti Gobierno, todo lo que emane del mismo es malo,
dañino, coercitivo, nos roban las libertades, etc, etc, etc.
Ah, sí, también
está lo otro del pantalón para las niñas en las escuelas.
¡¡¡Buenísima idea!!! Si por mi fuera yo así mandara a mi hija a
estudiar. Ve qué galán, que los niños pueden correr, sentarse, no
sufrir frío, no sufrir las picaduras de los insectos, no asolearse
(piense en los que caminan kilómetros para llegar a la escuela)
usando pantalón y las pobres niñas con falda que levanta el viento
y que “todo se le ve”. Y ¿a cuénta de qué? ¿solo porque
nuestra sociedad dice que los hombres usan pantalón y las niñas
vestido? Nombe chele, salite del cajón.
PD: Aquí dejo el
mapa de los países -hasta hoy- afectados.
Queda de tarea
preguntarse por qué en la tan temida y maligna Cuba, siendo isla, no
hay. Raro veá.