Los caballeros las prefieren...¿brutas? O_o

No, no veo el programa. Alguna vez pasando los canales se habrá colado una escena, y dan lástima de verdad. Da más lástima pensar que existen especímenes como los reflejados en dicho programa.

Quien lo creó no era ninguna bruta, porque ha hecho mucho dinero con ello. Pero hay que ver que existen aquellos seres que nunca dejan de asombrar, desprestigiando al resto de la humanidad.

Caso 1:
Iba yo, apurada en mis 57 minutos para almorzar, en gran carrera a comprar los cuadernos para el infante que recién inicia año escolar. Centro Comercial Las Cascadas. Por si da la casualidad que usted no conoce, elevador de 2 paradas: sótano y nivel 1. No hay más.
Delante de mí, dos ejemplares femeninos, dulcemente perfumadas, primorosamente planchado el cabello, tacones de aguja, maquillaje perfecto, uñas de salón de belleza, falda bombacha blanca de lunares negros una, la otra ni me fijé, empujando una carretilla con un par de comprados diversos. Entran al elevador y se queda una al lado de la botonera, el carrito de supermercado enmedio y la otra después. Las sigo yo, con una bolsa con 10 cuadernos grandes en una mano y un sorbete en la otra. Me quedo en el hueco entre el carrito y la pared, en el extremo contrario a la botonera.
Se cierran las puertas del elevador. El elevador no se mueve. Espero unos segundos. La que va frente a la botonera no se inmuta, simplemente pestañea y sonrie. Mis preciados segundos corren, así que ante tal indiferencia, me lanzo sobre el carrito estirándome lo más que puedo y con el dedo meñique de la mano donde llevo el sorbete, toco el botón de “S” (sótano). En ese momento, la otra pregunta: “¿y nosotras, a cuál vamos?”.

Caso 2:
Fila en Sertracen. Minutos contados otra vez – sí, otra hora de almuerzo, a qué otra si no – señorita de adelante, finamente planchados los cabellos con rayitos, sandalias de moda, uñas francesas, bolso grande, aire despreocupado. El cajero le entrega el recibo y le dice: “En el centro de placas le entregarán la tarjeta nueva, fíjese que diga placas 2011”.
Ella, en el mejor tono de pregunta que pudo emitir, le dice: “y es del mismo color que ésta?...porque a mí de este color me gusta “
Siento decirle mi alma que un año le va a durar el gusto. Cada año cambian de color. No sé ud, pero yo lo último que hago con la tarjeta de circulación es andarla viendo a cada rato como para disfrutarle el color. No sé, digo nomás.

Caso 3:
Llego al almacén donde todos compramos a realizar un abono a la tarjeta que todos tenemos, porque puesí, eso del efectivo es como un animal exótico hoy en día. Llego a la caja. Saco la chequera, porque como en el banco donde deciden depositarnos el salario hay cajeros a razón de uno cada 500 km, es más práctico hacer un cheque que ir a buscar uno para sacar $25.
La cajera, simpática, pelo liso liso, ojos vivarachos, voz dulce, jovencita, se me queda viendo con cara de ilusión y dice: “ayyy, ha de ser bien bonito tener una de esas para solo escribir la cantidad que uno quiere”. ¿Pensará que las chequeras las dan con todo y fondos ilimitados? Yo no sé. A lo mejor ud sí.

Y así, casos de casos.

Una vez le pregunté a un respetable caballero, si realmente las preferían así, y me dijo que sí, porque a la hora de, el intelecto no abona. Mmm dije yo, habría que ver.

En fin, hasta aquí el post lúdico de hoy, después de una jornada agotadora sin almorzar, sin casi dormir, sin descanso desde hace 3 dias en una maratónica entrega de documentos. Eso se gana uno por no ser del gremio aquí mencionado.