Hay días en los que uno debería quedarse en casa, encolchado, alejado del mundo, para que no le pasen situaciones no gratas.
Eso debió ser ayer, pero no, contra natura, me fui a trabajar como todos los lunes.
Superado el primer obstáculo, llegué a tiempo.
Todo parecía ir bien, aunque me incomodaba un poco la blusa algo limitante que llevaba, hasta que confirmé que la tal señora que me miró a los ojos el sábado y me prometió llegar a trabajar a la casa no había llegado.
Mi indignación fue total. ¿Cómo puede la gente mentir así tan descaradamente?. Le llamé con la mayor calma que pude, y así toda fresca me dice que cabal, no había llegado, porque no le había gustado el trabajo. Que donde estaba anteriormente ella agarraba lo que quería. No entendí realmente la queja, porque a la hora del almuerzo le dije que comiera, incluso antes que nosotros, y ella misma se sirvió lo que ella quiso. Nadie la limitó en nada. Le pregunté qué le había hecho falta y por qué no lo había solicitado y me dijo que a ella pedir le daba pena. No pude más y le contesté : ¿y cómo mentir no le da pena?. Estaba furiosa, pero no me quedaba de otra que, como siempre, tragarme la cólera y ver si la fulana quería si acaso, seguir con el trabajo.
Me dijo que si me interesaba – sí, cabal, a mí, porque a ella parecía no importarle en absoluto ir a trabajar – podría llegar el miércoles, porque martes ya tenía cosas que hacer.
El día que usted y yo nos podamos asumir esas actitudes en un trabajo, la luna se caerá a pedazos desde el cielo.
En fin, pensé en el relajo que había dejado en casa, en los platos sucios, en la huacalada de ropa mojada, en que no había almuerzo hecho...se me desarmó el ánimo.
De ahí el dia fue en picada. A mediodia, saliendo para el almuerzo, se me despegó el zapato y me tocó andarlo arrastrando el resto del dia.
A la hora del pinesol conque suelen empapar el ambiente, se me llenaron los brazos de ronchitas diminutas y me dolía la cabeza.
Hastiada de andarlo sucio, me decidí ir al carwash a la salida, sólo para que me dijeran que ese dia solamente no iban a recibir más trabajo y que ya estaba cerrado. Me tocó ir a buscar otro, más lejos y más caro.
Así con el ánimo desmoronado, cae el golpe de gracia. Alguien de mi familia estaba en una farmacia, comprando un medicamento, cuando se le escapó un tiro al arma del vigilante y casi le da a mi familiar. Quedó un hueco en el piso y la persona salpicada de restos de cemento. Gracias a Dios no pasó a más, pero el susto fue terrible.
Lo siento, no me digan que no hay dias feos.
Eso debió ser ayer, pero no, contra natura, me fui a trabajar como todos los lunes.
Superado el primer obstáculo, llegué a tiempo.
Todo parecía ir bien, aunque me incomodaba un poco la blusa algo limitante que llevaba, hasta que confirmé que la tal señora que me miró a los ojos el sábado y me prometió llegar a trabajar a la casa no había llegado.
Mi indignación fue total. ¿Cómo puede la gente mentir así tan descaradamente?. Le llamé con la mayor calma que pude, y así toda fresca me dice que cabal, no había llegado, porque no le había gustado el trabajo. Que donde estaba anteriormente ella agarraba lo que quería. No entendí realmente la queja, porque a la hora del almuerzo le dije que comiera, incluso antes que nosotros, y ella misma se sirvió lo que ella quiso. Nadie la limitó en nada. Le pregunté qué le había hecho falta y por qué no lo había solicitado y me dijo que a ella pedir le daba pena. No pude más y le contesté : ¿y cómo mentir no le da pena?. Estaba furiosa, pero no me quedaba de otra que, como siempre, tragarme la cólera y ver si la fulana quería si acaso, seguir con el trabajo.
Me dijo que si me interesaba – sí, cabal, a mí, porque a ella parecía no importarle en absoluto ir a trabajar – podría llegar el miércoles, porque martes ya tenía cosas que hacer.
El día que usted y yo nos podamos asumir esas actitudes en un trabajo, la luna se caerá a pedazos desde el cielo.
En fin, pensé en el relajo que había dejado en casa, en los platos sucios, en la huacalada de ropa mojada, en que no había almuerzo hecho...se me desarmó el ánimo.
De ahí el dia fue en picada. A mediodia, saliendo para el almuerzo, se me despegó el zapato y me tocó andarlo arrastrando el resto del dia.
A la hora del pinesol conque suelen empapar el ambiente, se me llenaron los brazos de ronchitas diminutas y me dolía la cabeza.
Hastiada de andarlo sucio, me decidí ir al carwash a la salida, sólo para que me dijeran que ese dia solamente no iban a recibir más trabajo y que ya estaba cerrado. Me tocó ir a buscar otro, más lejos y más caro.
Así con el ánimo desmoronado, cae el golpe de gracia. Alguien de mi familia estaba en una farmacia, comprando un medicamento, cuando se le escapó un tiro al arma del vigilante y casi le da a mi familiar. Quedó un hueco en el piso y la persona salpicada de restos de cemento. Gracias a Dios no pasó a más, pero el susto fue terrible.
Lo siento, no me digan que no hay dias feos.
4 comentarios:
En mi casa nunca nos gustaron personas extrañas trabajando al interior.. tuvimos un par de niñeras hasta que la mayor cumplió 12 años (era la edad de la responsabilidad y que ya tenía que saber usar la cocina). Al rebasar todos esa edad toda la casa estaba organizada con tareas cada uno y rotativas. (aunque detesto cocinar, me tocó hacerlo durante 3 años)
El pichirilo me lo lavan en un carwash a la par de un bar los domingos, cero problemas je je.
Con tanto vigilante privado que hay, ya he presenciado 3 veces que se les va un tiro. 2 veces sin problemas y 1 vez hirió con perdigones a una persona que vendía periódicos sin mayor consecuencia, le dieron el alta el mismo día y el vigi pasó preso 3 días.
Siempre hay días feos, hacen que el siguiente sea mejor que el anterior.
No solo es que hayan días feos... sino que a veces también nuestra capacidad de "aguante" es menor.
Creo que la única vez que tuvimos niñera fue desde que nació mi hermana menor (la que me sigue), durante dos años, es decir hasta que tuve 8 años, de ahí en adelante me tocó ser responsable de la casa, lo único que no tuve la suerte de Iba Pasando que se turnaba las tareas con las hermanas mayores.
Recomendación: Evalúe en lo que si pueden irle ayudando sus hombres... algo que le ayude a que usted no solo en tareas, sino a sentirse menos acongojada y presionada. Después de todo, todos son familia y todos trabajan/estudian, no solo usted, así que no es excusa.
Hay días feos, yo casi no reniego de los lunes, pero justo ayer si fue feo.
Cuídese
Me has hecho suspirar de imaginarme que a mi me llegara a pasar eso. Las muchachas, definitivamente son un caso, y no es la única, casi todas hacen eso, se les hace bien fácil no dar la cara, de igual manera que se les hace fácil comprometerse.
No fue tu día, no cabe duda, pero gracias a Dios que ya paso, y que podes contarlo.
Saludos
Iba Pasando: a mí tampoco me gustan los extraños en casa, por eso prefiero que lleguen entre semana, que no estamos.
Yo cociné, hice limpieza, lavé y planché toda mi infancia y adolescencia...y los primeros 5 años de "esta vida". Ya estoy harta realmente.
Espero que la semana mejore, realmente.
KR: si el peque ha estado colgando su ropa lavada, pero cuando entre al cole no le quedará tiempo ni de respirar. Siendo honestos, le dejan como mil tareas más que las que me dejaban a mí.
PR: No puedo más que suspirar de resignación.
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