Ando buscando un documento que escribí en 1999, pero no lo encuentro. Tuve a bien no dejar copia digital del mismo, ya que estaba en disquette y ya no encontraba máquina que lo leyera. Irónicamente, una vez que había botado los disquettes, me asignaron en el trabajo una PC que sí tenía lector. Ni modo.
Sé que lo tengo en papel, pero aun no lo encuentro. Es un documento que hice para graduarme de un post grado en Arquitectura y Desarrollo, denominado: “Disminución de la Vulnerabilidad para las familias asentadas en el Bajo Lempa” o algo así. Lo quiero leer nuevamente, porque siento que la situación que planteamos allí, hace 12 años, debe ser si no la misma, peor que la que se tiene actualmente.
Después del Mitch se hicieron muchas obras, muchas intervenciones, muchas recomendaciones, pero las tragedias siguen pasando en ese lugar a causa de las inundaciones que cada año los aquejan.
Días después el Mitch, hicimos un recorrido por la zona. Ya no había agua, solamnete lodo y destrucción. Una de las cosas que más me impactó fue el comentario de los pobladores con respecto al ganado y los caballos. Ví varios, muertos, tirados en la mitad de lo que antes de la inundación eran pastizales. Según nos contaban, estos animales no pueden dormir parados. Por días estuvieron de pie, mientras el agua subía de nivel. Una vez que no pudieron con el cansancio, doblaron sus patas y murieron ahogados. Es cruel. Aun me remueve las lágrimas. Los seres humanos decidieron ir a vivir ahí y decidieron salir o no salir hacia los albergues. Pero estos pobres animales, fueron llevados a permanecer en un sitio del cual quizá hubieran emigrado siguiendo su instinto de conservación, pero el ser humano los mantuvo ahí hasta su muerte. En esta pasada E-12, una reportero comentó de un señor, que había perdido 64 cabezas de ganado. Nuevamente, animales que no pudieron salir de la inundación.
Cuando intervenimos el Bajo Lempa por ambos lados del río y otras comunidades de la zona costera de Jiquilisco, estaban identificadas las comunidades y sus niveles de inundación. Se hicieron viviendas diferenciadas dependiendo del nivel de inundación de la zona. En esta nueva emergencia, escuchaba nombres de comunidades que no conocía, lo cual evidencia que, lejos de disminuir el asentamiento de personas en dichas zonas vulnerables, se ha incrementado.
Del lado de Tecoluca, en San Carlos Lempa se prepararon las viviendas para 40 cm de inundación. Adentro tenían un tabanco, para que en caso de que el agua entrara en la vivienda a pesar de la elevación, las personas pudieran subir sus pertenencias básicas y comida, así como resguardarse secos.
En Puerto Nuevo y Los Naranjos se previeron 60 cm de inundación y el tabanco se volvió mezaninne, dando más área y permitiendo dormir elevados.
En La Pita, última comunidad que existía sober la calle y donde lo que seguía eran manglares y punches en la desembocadura del Lempa, se crearon viviendas de 2 plantas prácticamente, con el primer piso elevado 80 cm. Eran sólo 9 familias las que habitaban ahí hace 10 años.
Sé que lo tengo en papel, pero aun no lo encuentro. Es un documento que hice para graduarme de un post grado en Arquitectura y Desarrollo, denominado: “Disminución de la Vulnerabilidad para las familias asentadas en el Bajo Lempa” o algo así. Lo quiero leer nuevamente, porque siento que la situación que planteamos allí, hace 12 años, debe ser si no la misma, peor que la que se tiene actualmente.
Después del Mitch se hicieron muchas obras, muchas intervenciones, muchas recomendaciones, pero las tragedias siguen pasando en ese lugar a causa de las inundaciones que cada año los aquejan.
Días después el Mitch, hicimos un recorrido por la zona. Ya no había agua, solamnete lodo y destrucción. Una de las cosas que más me impactó fue el comentario de los pobladores con respecto al ganado y los caballos. Ví varios, muertos, tirados en la mitad de lo que antes de la inundación eran pastizales. Según nos contaban, estos animales no pueden dormir parados. Por días estuvieron de pie, mientras el agua subía de nivel. Una vez que no pudieron con el cansancio, doblaron sus patas y murieron ahogados. Es cruel. Aun me remueve las lágrimas. Los seres humanos decidieron ir a vivir ahí y decidieron salir o no salir hacia los albergues. Pero estos pobres animales, fueron llevados a permanecer en un sitio del cual quizá hubieran emigrado siguiendo su instinto de conservación, pero el ser humano los mantuvo ahí hasta su muerte. En esta pasada E-12, una reportero comentó de un señor, que había perdido 64 cabezas de ganado. Nuevamente, animales que no pudieron salir de la inundación.
Cuando intervenimos el Bajo Lempa por ambos lados del río y otras comunidades de la zona costera de Jiquilisco, estaban identificadas las comunidades y sus niveles de inundación. Se hicieron viviendas diferenciadas dependiendo del nivel de inundación de la zona. En esta nueva emergencia, escuchaba nombres de comunidades que no conocía, lo cual evidencia que, lejos de disminuir el asentamiento de personas en dichas zonas vulnerables, se ha incrementado.
Del lado de Tecoluca, en San Carlos Lempa se prepararon las viviendas para 40 cm de inundación. Adentro tenían un tabanco, para que en caso de que el agua entrara en la vivienda a pesar de la elevación, las personas pudieran subir sus pertenencias básicas y comida, así como resguardarse secos.
En Puerto Nuevo y Los Naranjos se previeron 60 cm de inundación y el tabanco se volvió mezaninne, dando más área y permitiendo dormir elevados.
En La Pita, última comunidad que existía sober la calle y donde lo que seguía eran manglares y punches en la desembocadura del Lempa, se crearon viviendas de 2 plantas prácticamente, con el primer piso elevado 80 cm. Eran sólo 9 familias las que habitaban ahí hace 10 años.
Del lado de Jiquilisco, se intervino hasta el fondo, en La Canoa, personas que ya se sabía que raras veces evacuavan.
En ambos lados del río se construyeron 2 refugios-escuela. No sé si sería ese donde apareció Don Ministro enchumpado en la foto. Nunca los ví después de terminados.
El componente de reconstrucción financiado en parte por otro país y con contraparte nacional incluyó intervenciones en vivienda, infraestructura, escuelas, agricultura y medio ambiente. El componente de medio ambiente se enfocó principalmente en la reconstrucción de porciones de bordas en el Lempa.
Yo, inocentemente pensaba que eso iba a ayudar, pues era en cierta forma un programa integral. Pero sigo viendo calles hechas lagunas, niños muertos en el Bajo Lempa, y más y más viviendas no adecuadas en esa zona que permanentemente es de riesgo.
¿Hasta cuándo seguiremos perdiendo vidas, infraestructura, cultivos y desarrollo por la misma causa?
No lo digo desde este lado del televisor, del periódico o de la consternación del ciudadano común que nunca ha puesto un pie ahí. Estuve en la zona, trabajé por años para que fuera mejor. Por eso me duele seguir viendo tanta pérdida y pensar, que quizá no hay nada que se pueda hacer para que desaparezca de una vez el peligro para tantas y tantas personas vulnerables a inundaciones en nuestro país.