Quizá una de las complicaciones de salud no graves, pero molestas, son las alergias o las intolerancias a...lo que sea. Es engorroso andar leyendo etiquetas para ver que un alimento no tenga algo que nos hace daño, especialmente cuando el paciente es un niño.
Lo del gluten está de moda, y a veces me cae mal porque la gente lo ha agarrado como eso, moda, sin pensar que hay personas que de verdad son alérgicas al gluten y comerlo sí representa un riesgo para su salud, mientras que para otros comer cosas sin gluten es como “estar inn” o peor aun, que creen que es dieta para no engordar o adelgazar (que no es lo mismo, va).
La lactosa es otro cuento.
Por ahi oigo muchas personas que dicen “es que soy intolerante a la lactosa” sin haber pasado consulta con un gastroenterólogo ni haber analizado su historial de salud.
Nunca me habían explicado tan bien esto de la lactosa y por qué afecta, hasta hace poco que por una emergencia tropezamos con una gastroenteróloga pediátrica muy buena realmente.
Ya teníamos uno, pero creo que ha saltado al lado oscuro y se ha vuelto “médico corporativo” (será tema de otro post, serenos) porque hace 10 años era muy bueno.
En fin, las cosas pasan por algo y por ser de red de aseguradora nos la recomendaron a ella. Como si fuera maestra de primaria, de las buenas, agarró un papel y con dibujos nos explicó qué ondas con la lactosa.
Viene a resultar que la lactosa es el azúcar de la leche y tienen dos moléculas. En el yeyuno, parte del intestino delgado, tenemos la lactasa, enzima encargada de romper la molécula y volverla digerible.
Peeeero, cuando alguien ha tenido procesos de diarrea, la vellosidad del intestino delgado se aplana y como la doña lactasa vive en la cima de las vellosidades, pues se va en la correntada y tarán, cuando llega la lactosa no hay quien la rompa y se va así, enterita, al intestino grueso. Entonces, el colon que tanto se irrita, bien bravo él, tiene entre otras funciones mantener el equilibrio químico y al llegarle azúcar (lactosa) echa agua para equilibrar y ajá, más diarrea. Es como diría Walt Disney, el ciclo sin fin.
Y entonces uno pensaría que con no comer leche, crema, queso y sus derivados ya estuvo la dieta...pero no. Hay infinidad de cosas que traen leche sin que nos demos cuenta, o al menos sin que hagamos mucha conciencia.
Una de las más comunes en nuestra dieta es el pan. No pan de caja, nos dijo. Ante mi mirada incrédula me respondió “pan de leche, dice” ajá. “Solo pan francés, de ese de canasto, ni el que viene empacado en el súper porque aunque parezca pan francés, para hacerlo suavecito le ponen mantequilla”...y la mantequilla lleva leche, va.
No galletas, solo de las de muñequitos o de las vita, algunas saladas que no lleven mantequilla...y heme ahí, en la sección de galletas del súper, leyendo etiquetas que jamás había leído.
Pero la historia no termina ahí, de lo más triste ha sido el chocolate. Si una cosa han heredado de mí ese par de dos es el gusto por el chocolate. No comerlo es una tortura.
No jugos de cajita ni ningún jugo procesado, solo solo natural. ¿Pero y el que venden en el súper que dice “natural”? - “No, no es natural porque para estar en el súper algo le echan para que no se arruine”. Mñe. “Además, los jugos de cajita llevan sorbitol, que es un espesante y ¿adivinen qué? No, no tiene leche, pero da diarrea también. Plop.
Terrible. Fuimos a
una piñata y nos dieron: papas fritas con queso, hotdog rebosante de
repollo con mayonesa y salsa de tomate, soda hasta para
regalar...mejor le puse una servilleta encima a la comida y la dejé
que anduviera jugando mientras los demás comían y al llegar a la
casa le dí almuerzo sano.
Lo más triste es la
pregunta cada vez que vamos al súper ¿ya puedo comer yogurt? Nop, 3 meses de
dieta, dicen.