jueves, 7 de febrero de 2019

Y volver, volver, vooooooolveeeeeer...con uno menos

Sí, recuerdo que tengo un blog.
Sí, a twitter sí voy a escribir.
Sí, sí he pensado en volver.

Descubro que lo último que escribí fue hace 4 meses. También hace 4 meses que empecé el libro, objeto del último post, y que no he pasado de la página 100.
Vida, eso que pasa entre que cerrás los ojos y los abrís otra vez y ya es un nuevo día que te atropella nuevamente y hay que trabajar y correr de aquí para allá y dejar todo inconcluso para mañana, sí, mañana, volver a intentar terminar.

No tengo ánimo de hacer una entrada elaborada y profunda sobre la coyuntura electoral que acabamos de pasar. Sí, tenemos nuevo presidente electo, ganó en primera vuelta, ni idea quién conformará su gabinete, ni idea si sus proyectos de campaña son realizables o puro cuento, ni idea de si va a hacer que este país mejore de verdad o si solo seremos los protagonistas de una campaña publicitaria de 5 años de duración para que el señor dueño de agencia de publicidad se vea bien parado. Mñe.

Han pasado cosas, sí.

El 15 de octubre falleció mi abuelo, el único que me quedaba. Digno representante de 1932, falleció a los 86 años simplemente de no ganas de vivir. Más o menos a los 50 le dio el primer infarto, que nos puso a todos a pensar en la fragilidad de la vida y cómo sería sin él, el hombre fuerte de la familia. Después vino el segundo infarto y el marcapasos. Después los riesgos derivados de andar el aparato y la recomendación que le empezó a quitar la vida por goteo: no maneje más, no salga solo, quédese en la casa. Quedarse...¿específicamente para qué? Su vida fue conducir, camiones, trailer, autobuses, pick ups...una vida yendo de aquí para allá, por toda Centroamérica, sin darle cuentas a nadie, un alma en libertad. Pasar de eso a quedarse en su casa a ver al gato y al perro hacer lo mismo uno y otro día le fue quitando las ganas de vivir. Empezó a moverse en bus. Un tercer infarto en el puesto fronterizo de Guatemala-El Salvador lo condenó al enclaustramiento total "ya no salga solo". 
A lo largo de varios años lo vimos irse de a poquito, cada visita era un anuncio: "yo ya me voy a morir, no estoy haciendo nada, ya me cansé".
Lo vi con vida por última vez un par de meses antes. La planificación era ir, como en cada vacación, a visitarlo en Navidad. No llegó. No llegué. Ni siquiera pude ir al funeral porque yo misma estaba enferma sin poder caminar, mucho menos agarrar el carro e irme.
Me gusta tomar fotos de paisajes, los lagos y lagunas me llaman la atención. En el camino a su casa está la laguna
Siempre quise tomarle foto, pero no lo hacía porque era como una promesa en mi interior: iba a volver, a verlo, me iba a resistir a tomar la foto para que hubiera una próxima vez.
No fui a esa última vez, no tengo foto de la laguna (esa es de internet) y no sé si volveré a ir al pueblo. Sin él, no hay mucha motivación para recorrer casi 3 horas y 120 km de ida y lo mismo de vuelta.

En estos días he encontrado fotos donde estamos todos, él y mi padre aun jóvenes. Es difícil asimilar que ya no están, que los hombres de la casa se han ido para nunca más volver. Que solo quedamos mi mamá y yo...que ya no hay nadie más atrás ni a los lados en el organigrama de la vida.

Hasta siempre, Paco, aunque no me haya podido despedir.

2 comentarios:

Alí Reyes dijo...

¡Por fin te acordaste de que tienes un blog!
Aunque todavía no asimilas que tienes un seguidor en la bitácora tigrero literario...Bueno ¿qué más puedo hacer?
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Lamento lo de tu abuelo ¿Pero sabes Clau?...Me parece que lo que has escrito acerca de él es lo que él hubiese querido que las generaciones siguientes supieran de él...También me gustó la metáfora que empleas acerca de su memoria teniendo como base la imagen de la Laguna pueblerina.
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No estoy muy enterado de las elecciones en El Salvador ¿Fueron este domingo?...y perdona que no esté muy enterado pues la situación de mi país (Venezuela) me tiene abrumado. De hecho...las medidas gubernamentales son tan caóticas que el pueblo está en condiciones tan terribles que familias enteras de venezolanos se dedican a revisar la basura de las calles para comer. De ahí en adelante te puedes imaginar todo lo demás. Pero a pesar de eso el gobierno chavista sigue insistiendo que Venezuela es un Paraíso, al igual que Cuba...Total...el caso es que me vi obligado a unirme a los millones de venezolanos que huimos y para cuando esto escribo tengo menos de cuatro días en el sur de Brasil diligenciando mi residencia para poder dedicarme a trabajar y a aprender el idioma...Dios me va a ayudar ¡Ya verás! Lo único es que a pesar de estar lejos, sigo muy pendiente de las noticias de allá, más aun cuando acá las puedo oir sin la censura que impera en mi país.
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Sin más, no dejes de acordarte de este tu seguidor...Un venezolano en Brasil

Clau dijo...

Qué bien que aun lees.
Lamento que hayas tenido que dejar tu país. Desde aquí sabemos lo que las cadenas internacionales transmiten. Ojalá que la situación mejore pronto, tan próspera que era Venezuela en tiempos pasados.
Que tus planes en Brasil te salgan bien y seguimos en contacto.