miércoles, 29 de octubre de 2014

De Beethoven a Arjona y la insoportable levedad de no ser

Hace poco circuló por FB esta nota: “Los más inteligentes escuchan a U2 y Radiohead, Beyonce y reggaeton son para "tontos" basada en un estudio sin rigor científico. Luego unos periodistas que tienen una revista mitad digital mitad en papel se hicieron un “duelo” sobre Arjona, uno a favor y el otro en contra.

Esto de la música es como el arte. Bueno, de hecho es un arte, un arte temporal dicen. Más bien habría que decir que es como la belleza, que es relativa y depende de los ojos que vean...en este caso, de los oídos que escuchen.

La primera nota habla sobre que los estadounidenses que hicieron el examen de admisión a la universidad y obtuvieron mayores puntajes escuchaban a Beethoven y los del puntaje menor – o sea los tontos va – escuchaban a Beyoncé, reguettón y otros. Esto de entrada es cuestionable, primero porque un examen no refleja qué tan inteligente seas realmente, y en especial porque no se trataba de un examen para medir inteligencia, sino conocimiento. Y luego por el hecho de que tener buenas notas no te asegura ser un profesional exitoso, ni lo contrario.

La nota a favor de Arjona dice que sí, que él es bueno, que tiene músicos muy buenos y que no hay que evaluarle solo las letras, sino también los arreglos. La nota en contra dice que Arjona es solo un producto de mercado que la gente consume...y viene de un amante de Sabina, para cereza.

Todo esto me hizo recordar los debates que surgieron en redes sociales el año pasado que vino Sabina. Eran como dos bandos: los buenos-inteligentes-intelectuales que se podían toda la discografía y los malos-ignorantes-pobrecitos que ni lo conocían. Las etiquetas no las pongo yo, es lo que se dejaba leer en los comentarios de ambos “bandos” si les llamamos así. Y salía el chiste de que no conocían a Sabina, pero leían a Sabines, quien escribe poesía, muy muy lejos del estilo de Sabina.

Leyendo por ahí mismo una entrevista que le hicieron via Twitter a Andrés Calamaro me encontré esta opinión de él: “Buscar explicaciones a las letras de las canciones es tolerable, pero creer que las encontramos es insoportable. Someter un disco a esa clase de análisis o juicio es lo peor de publicar un álbum”. ¿Lindo, no?

Y bueno, yo le opiné a alguien sobre lo de Beethoven, que los inteligentes son realmente los que escuchan lo que les gusta, sin molestar a nadie, y sin molestarse por lo que les digan los demás. Así más o menos. Y es la verdad, mi verdad. Etiquetar a la gente en “inteligente”, “cool”, “bajera”, “arrastrado” y cositas así por la música que escucha es de loosers (perdón, otra etiqueta).

¿Y qué pasa cuando el reguettón es lo único a lo que tenés acceso? ¿te convierte en tonto automáticamente? Las letras son sexistas, ofensivas la mayoría, pero es un ritmo bailable. ¿me gusta? No ¿lo escucharía por voluntad propia? No, pero si tu vida es viajar en una coaster de la 44 tenés que hallarle la magia, es cuestión de superviviencia mental.

El punto es que, al menos para mí, la música es un estado mental/emocional y hay un ritmo, un artista, una letra que puede ser aplicable en un momento X. Sí influye lo que tenés alrededor, pero tu gusto musical no te hace menos ni más que nadie.

¿Y a mí qué me gusta? Se preguntará ud. Fuera más fácil sacar la lista de lo que no me gusta, es más corta. Lo que pasa es que hay artistas/géneros de one hit wonder y otros para disco completo, y están los de toda la vida, que a la primera nota me la puedo, que son el soundtrack de mis momentos.

Vengo de un entorno bastante mezcladito. A mi bisabuela no recuerdo haberle escuchado música. Mi abuelo le oye a Pedro Infante, Jorge Negrete, Los Panchos y un par que hasta que le anduve buscando con qué llenarle un CD para sus 82 años jamás había escuchado mencionar...pero un Sr de 60 y tantos de aquí de la oficina me contribuyó con su discoteca.

En mi casa de infancia por consenso se escuchaba en los 80's a los Guaraguau y conexos. Por el lado de mi mami le teníamos, hasta donde me alcanza la memoria: Sandro, Raphael, José José, Camilo Sesto, Joan Manuel Serrat, Mocedades (posteriormente El Consorcio), Sergio y Estíbaliz, ABBA, José Luis Perales, Julio Iglesias, La Pequeña Compañía, Fernando Ubiergo, Vicente Fernández, Marco Antonio Solís, Armando Manzanero, Ricardo Montaner, Maria Conchita Alonso, Paloma San Basilio, Rocío Durcal, Ana Gabriel, Juan Gabriel, Lucia Méndez, Daniela Romo, Álvaro Torres, Dulce, Yuri, Marisela, Basilio y los juveniles Alejandro Fernández, Arjona y Benjamín. Para mi sorpresa en el 98 que vino Sabina resultó que le gustaba tanto como a mí y nunca nos habíamos dado cuenta. Como podrán ver, Español puro, a excepción de los Bee Gees y Rod Stewart que eran de consenso también.

Mi papi era otro mundo. América, Los Beatles, Santana, Buena Vista Social Club, Electric Light Orchestra, Billy Joel, Richard Clayderman. A propósito del pianista tengo que decir que teníamos un disco rojo, LP, precioso, que escuchaba una y otra y otra vez, hasta guapo veía al tipo a mis 8 años. Luego tuvo su “lado oscuro” de salsa: Gilberto Santarosa, Luis Enrique, aquellos que cantan “Hagamos, lo que diga el corazón” y eso. Su favorita un tiempo fue La India. También cultivamos lo nacional: Simiente, Nautec, Luis López, Los Brincos, Los Galos, los, los, los.

¿Cómo vivimos juntos? A pura democracia y tolerancia. Porque, a cierta edad, ya se habían sumado a la lista de mi parte: Timbiriche, Menudo, Magneto, Los Chamos, Los Chicos, Flans, Fresas, New Kids On The Block, y por mi hermano, que era más chiquito, Enrique y Ana, Topogigio y los Pitufos. Y todo sonaba, en 35 m2 sin herir a nadie, tomando turnos, un cassette o LP cada uno por vez. Sea que en mi casa se oía música de sol a sol (sí, también sonón Salserín, con mucho swing).

¿Otras influencias? Aprender teclado y un libro de partituras con cosas tan lindas como “Aquellos ojos verdes”, “El mar” y “Perfidia”, con la letra en inglés, asumo yo que la original. Mi hermano tocando trompeta y yo de cachiporrista, amando cada melodía de la banda musical del Instituto. Y es que eso es lo lindo de la música. Inolvidables ensayos para cada desfile, la banda musical más poderosa de Santa Ana, porque aunque fueran dos, al momento del desfile se unían en una (3er ciclo y bachillerato). En trompeta y saxo, sonaba tan lindas Perfidia, Soleado y la Quinta de Beethoven (sí, ve, Beethoven) como Triángulo y Mentiras de Marito Rivera. Y también tocaban Sopa de Caracol, para todos los gustos.
Y fui a clases de Francés, becada por supuesto, cómo iban mis papás a poder pagar eso. Y nos presentaron un cassette llamado L'Air du temps con música de Jeanne Mas y Diane Tell entre otros. Una belleza.

La vida y los cassetes transcurrieron y llegaron ya en solitario los Enanitos Verdes, mi época oscura de Maná, Fito Páez, Andrés Calamaro, Soda Stereo. Y de pronto me encontré en una calle de Bolivia buscando el Física y Química de Sabina y Páez, porque yo asumía que si era Sudamérica tenía que haber =). Y ahí, me presentaron a Amaru y fui a un concierto de música Andina, una gran cosa, aunque no como para hacerme fan. Y sí, yo “consumí” con cassette original y todo, a la Shakira de “Pies descalzos” y al Arjona de “¿Por qué es tan cruel el amor?”.

¿A quién más tengo en mi biblioteca musical? Laura Pausini, Luis Miguel (algunas selecciones, no todas), Ricky Martin, Chayanne, Emanuel, Franco de Vita, Spice Girls, Britney Spears, Rucks Parker (levántese de la silla, no se haga, más de alguna cantó), Alejandro Sanz, Jeans, Fandango, Mercurio, OV7, Kabá, Matrícula 2, Miguel Bosé, Toto, Mijares, Carlos Ponce (sí, si cantaba), Kerigma, Alejandro Lerner, Ignacio Copani, Luis Eduardo Auté...¿les conté que en Nicaragua pude cenar en el restaurante “La Casa de los Mejía Godoy” donde Luis Mejía Godoy y su hermano Carlos cantaron con su grupo? I-nol-vi-da-ble.

Ah si, sigamos: Flavio Cécar, Juanes, Calle 13, Café Tacuba, Caifanes (Allá por “Afuera” y esa época), Miguel Mateos, Miley Cyrus (solo dos canciones, en mi defensa), PRESUNTOS IMPLICADOS (sí, así, con mayúsculas el álbum Ser de agua), Roxette, Benny Ibarra, Thalía (un par), Paulina Rubio (otro par), Los Tigres del Norte (un trío?), Kany García, Heart, Patricia Sosa, La Quinta Estación, Ana Bárbara, Aleste, Prueba de Sonido, los Redd, Les Luthiers, La Unión, Leonel García (Sin Bandera suena más), Madonna, Paula Abdul, Selena, U2, Bronco (chis, ve, “Libros tontos” rules), me gusta una de Pepe Aguilar, Michael Jackson,

Fui mamá y tuvimos que agregar al repertorio a: Demy Lovato, Rock Bones, Barney (Te quiero yo y tú a mí, en serio te lo juro), Avici, Daft Punk, One Direction, Jonas Brothers, conexos y similares.

¿El punto? No hay música mala, como no hay gente fea. Solo estados de ánimo que buscarán lo que mejor les llene en ese momento. No me gusta el metal y menos el pesado, pero simplemente no lo oigo, no voy a andar por el mundo diciendo que los que lo escuchan están "poseídos" o algo así, como bien podría decir gente menos tolerante musical e ideológicamente hablando.

No hay recetas para el alma.

Oir lo que querrás, siempre que no obligués a los demás a que lo escuchen también si no quieren.


Gracias por aguantar este desahogo en clave de sol.

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