Ayer
circuló en redes la noticia de que el bar Circo había negado la
entrada a un joven dos veces ganador de los juegos florales, un
escritor. Según la nota, que reproducía una carta del joven al bar,
le negaron la entrada por su apariencia cuando llegó acompañado de
sus amigos a la fiesta privada de otro amigo que lo había invitado.
Este
incidente da para sacar varios trapitos de nuestra
sociedad-cultura-idiosincrasia
En
principio, aquella solidaridad de los amigos. Las otras personas que
iban con él lo dejaron ahí, afuera, doblemente discriminado, y
entraron tranquilamente porque puesí, ellos no se querían perder la
fiesta. Aquí cabe bien la frase “por eso estamos como estamos”.
Si existe tan poca solidaridad del salvadoreño – que en este caso
debemos entender que no era “ciudadano común” sino “ciudadano
élite” veá – no fueron capaces de ponerse del lado de su amigo
y decir “o entramos todos o nos vamos todos”, ¿cómo rayos
esperamos que la sociedad organizada en su conjunto pueda hacer
frente a la delincuencia, a la corrupción, al mal accionar de los
gobernantes, a los evasores de impuestos, a todo el que infringe la
ley y un infinito etcétera? Jamás va a pasar y, puesí, por eso
estamos como estamos. Aquello de “el pueblo unido jamás será
vencido” no es broma, no es consigna guerrera, es una realidad.
Divide y vencerás decía aquel. Y es así, solitos no somos nada,
juntos hacemos fuerza. La única recomendación posible en este caso
es, niño, búsquese amigos de verdad, que no lo abandonen en las
malas, y si no halla, pues mejor solo que mal acompañado ¿no?.
Luego,
está “el caché”. O sea. Gossip Girl es una serie divertida, es
interesante en cuanto analiza el comportamiento de una clase social
que no conocemos (bueno, que
yo-y-ustedes-no-conocemos-porque-no-somos-millonarios), que nos deja
ver las soledades y carencias afectivas de la gente cuya vida gira
alrededor del dinero, PERO, gente, es solo eso, una serie de TV. Aquí
se lo tomaron al pie de la letra y quisieron reflejar esa sociedad,
en donde la lucha es ser el mejor vestido – de diseñador -, el del
mejor carro – de edición limitada - , el de más títulos – de
nobleza – y así...y no, aquí no es así, como decía la canción.
De qué carambas sirve que el eslogan del vilipendiado gobierno sea
“unir, crecer, incluir” si a la sociedad le fascina ser desunida
y excluyente? No hay presidente que pueda con semejante bloqueo
mental. Y en redes el chiste se cuenta solo. Leí un comentario que
decía “dejen ser a la gente que le gusta lo exclusivo”...puuuuu,
exclusivo para mí sería un club donde solo dejen entrar premios
nobel y jue, hay que esforzarse de a galán para algún día siquiera
asomarse. Pero entender exclusividad con poder económico…amiguitos,
esos, los que nos tienen bien jodidos a todos como país, tienen un
poder económico inimaginable, podrían ir y comprar el bar si les da
la gana, porque tienen más poder que todos los que se creen
superiores y se pasean por ahí. Así que allá ustedes – ellos –
y su culto al dinero.
Mi
yo indignada puso un tuit que fue marcado favorito varias veces,
quizá refleja el pensar de varios, digo yo:
“La
frase nos reservamos el derecho de admisión, era para poder sacar o
no dejar entrar a gente ebria, armada, busca pleitos...no “pobre””.
O
bueno, quizá yo en mi inocencia e ingenuidad así la entendí
siempre que la vi en restaurantes y otros lugares. Me daba la idea de
que podían negar la entrada a quienes pudieran molestar a los
clientes o hacer actos indebidos de acuerdo a las normas del lugar.
En
21,000 km donde vivimos todos apuñados y convivimos codo a codo en
este calor sofocante culpa de nuestra propia prepotencia contra la
tierra que nos vio nacer, eso de fomentar sitios “exclusivos” que
no dejan entrar a alguien por su apariencia está como fuera de
lugar. Pero bueno, cada quien. El lugar existe porque hay quien
consume.
Solamente
para ser justos, hay que decir que esta discriminación también es
al revés. Intente usted, niña piqui, irse a meter a comprar al
mercado central vestida así como va a multiplaza, a ver si no la
sacan corriendo con solo las malas miradas y las carcajadas irónicas
a sus espaldas. También los pudientes son discriminados.
A
mí me han visto mal por ser chele y andar metida donde solo hay
gente morena, por ejemplo. También me discriminaban en bachillerato,
cuando todos decían “en el cole tal cosa” y como se me hacía
largo decir “en el instituto”, decía “en el cole” y me
restregaban “vos no sos de colegio, vos estás en un nacional”.
Jua jua.
Ah,
sí, también me discriminó una maitra en Galerías, en una tienda
de vestidos de noche, creo que ya les conté. Venía yo de trabajar,
hace aaaaaaaños, cuando era joven, soltera, flaquísima, pero venía
de trabajar en campo, con jeans y la camisa polo de la ONG, con botas
con lodo porque era invierno. Primero vi en la vitrina, luego entré
porque un vestido me llamó la atención...ni había llegado al
vestido cuando la vendedora – una maitra encopetada – me salió
al paso y me dijo con la mirada más cruela le vil que pudo “aquí
no tenemos de su talla, no hay vestidos para usted”...cualquier
parecido con Pretty Woman no es válido porque puesí, la profesión
es otra.