En esta nueva vida he recibido clases de lectura y redacción básica. Uno se preguntará, después de años de ejercicio profesional y un título universitario ¿qué puede aprender en una clase básica de lectura y redacción? Pues, realmente, mucho. Fue una grata experiencia y sí, sí aprendí. No es posible saberlo todo y siempre se puede aprender, especialmente si uno está interesado en hacerlo. No es por presumir (#Ok Sí) la pasé con 9.9 je je.
La cosa es que les voy a compartir los textos, ya que no escribí aquí y sí allá pues hay que sacarle jugo a lo escrito.
El primer ejercicio fue leer el texto Palabras para una rusa, que lo pueden encontrar aquí o también aquí, donde de paso hay otros 617 escritos de su autor, Antonio Pereira.
La tarea consistía en leerlo, analizarlo y escribir una reseña identificando la idea central. Ustedes deciden si lo leen antes y después revisan mi reseña o al revés.
Aquí les dejo lo que yo escribí.
El texto “Palabras para una rusa” nos lleva a Moscú en invierno. Relata la historia de un español que comparte con unos argentinos en un local donde se desarrollan varios eventos de manera simultánea. Ni ellos hablan ruso, ni el resto de personas en el lugar hablan español. El escenario perfecto para la falta de comunicación. Siendo el español y el ruso lenguas que no tienen un origen común, no cuentan con similitudes que permitan inferir significados, como sí ocurre entre el español y otras lenguas romances, como el italiano o el francés.
En el ambiente contiguo se festeja una boda. El protagonista se contagia de la alegría de la fiesta rusa, se olvida de los argentinos con quienes había llegado y emula los brindis que realizan los invitados rusos. Su mirada se cruza con la de una rusa que está en la boda y percibe que le está sonriendo, aunque ella deja de hacerlo al sentirse descubierta.
Con el valor que produce el alcohol, el protagonista se aproxima a la mesa donde se encuentra la rusa para invitarla a bailar, pues ha visto que el baile es colectivo y parece no haber una exclusividad que prive a las parejas de bailar con otra persona. Se dirige a los presentes en la mesa y los saluda en castellano. Todos se quedan en silencio, pues no han comprendido lo que el hombre les ha dicho.
De ahí en adelante la comunicación se da por gestos universales. Las palabras no son necesarias y sin embargo logran comprenderse las intenciones de unos y otros. El hombre se inclina para invitar a la rusa a bailar. Ella se niega, quizá con un gesto de incertidumbre, mientras que su pareja asiente con la cabeza y así comienzan el baile.
Mientras bailan ella elude la mirada, por lo que él opta por hablarle, evidentemente en español, ya que desconoce el ruso. Ella, que no entiende nada, lo indica con un gesto. Él, sin embargo, continúa hablándole modulando las palabras para transmitir sus emociones. Poco a poco se van compenetrando, como si se estuvieran entendiendo, aunque él diga cosas sin sentido, aunque ella no comprenda una palabra.
La idea principal del texto es, entonces, la comunicación. Sin hablar el mismo idioma logran entenderse por medio de otros elementos: la entonación, el volumen de la voz, la sonoridad de las palabras desconocidas, pero misteriosas. Juega papel importante la mirada, la respiración, la presión al tomarla de la mano: el lenguaje no verbal. El significado de las palabras pasó a segundo plano y fue el ritmo de las mismas el que logró transmitir las emociones y establecer la comunicación entre ambos. Como se dice popularmente: no fue lo que se dijo, sino cómo se dijo, lo que propició la comunicación.
Es un texto que permite al lector desbordar la imaginación para situarse primero en el frío ambiente del invierno ruso y luego en el calor provocado por el coqueteo entre los protagonistas mientras se desarrolla el baile. Demuestra, también, que el ser humano se las arregla siempre para comunicarse, aun si no conoce el idioma, ya sea con gestos, señas u otros elementos a su alcance.
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