Never mind

Que el dia amaneció bonito, dicen las redes sociales, que el cielo está azul, que sopla el viento.  Abrir la ventana y ver el cielo nublado, gris, con amenaza de lluvia. No volver a ver al cielo luego de eso.


Ir contracorriente, que todos estén felices y rimbombantes y uno apagado y en modo fuente.

Que todo salga al revés.

Empezar a dudar de las facultades mentales.

Que se hagan bola los horarios, las actividades, que se olvide hasta comer.

Dormir menos de lo debido. Caerse del sueño cuando se debe estar despierto. Ser insomne cuando se tiene la oportunidad de dormir.

Ojos cansados, enrojecidos, de llorar, de no dormir, de ver lo que no deben, de no ver lo que quieren ver.

Llamadas perdidas. Llamadas que no debieron nunca ser recibidas.

Mensajes olvidados. Chats ni siquiera notados.

Enfermedades. Operaciones. Molestias físicas presentes y latentes.

Dinero faltante. Decretos estresantes.

Cuidadoras ausentes, en búsqueda perenne, contra reloj.

Minutos contados al infinito. Minutos perdidos que se van y no vuelven jamás.

Cansancio. Errores de ortografía. Dislexia.

Ser el tronco de un árbol demasiado grande para sus raíces.

Ser el apoyo y estar parado en arenas movedizas.

Zopilotes rondando en círculo, esperando el deceso ansiado para tomar lo que nunca les perteneció.

Brujas malas del este, revividas de ultratumba.

Princesas que nunca fueron. Vestidos blancos que nunca se vistieron.

Sapos que nunca aceptaron el beso de la transformación.

Ser no es lo mismo que estar y mucho menos que permanecer.

Un top of mind equivocado.

Llegar al final del dia con no más que un “soñé”

Desear de lejos lo que debiera estar cerca.

Iniciar de nuevo la vertiginosa rutina, hasta que en algún momento, lejano o cercano, se rompa el hilo y se desprenda para siempre el frágil vínculo.