Pensé que este sitio moriría de inanición. Sin embargo esta mañana descubrí que se puede entrar desde el interior del gmail. Bingo!
Así que les dejo lo que había preparado"desde antes".
Guayo Molina
Escritor ya fallecido, publicaba su obra en El Faro
Entre todas las que leí, ésta me encantó:
La dueña
[El contenido de esta columna
ha sido modificado para que pueda ser leídopor adolescentes
en compañía de una adúltera.]
Era dueña
de un área reproductiva
impresionante.
Los volcancitos que coronaban
sus glándulas mamarias
temblaban de emoción
al más leve roce
o ante el peso
de una mirada.
A la base
de su columna vertebral
nacían dos montes
que sin piedad ni recato
se expandían al infinito.
Hablaba poco
y con un dejo de
“¿y yo donde pongo toduesto?”
Caminaba
y era un dique roto,
un pecado municipal.
Su mirada prometía
todo lo que no se alcanza
a cumplir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario