miércoles, 13 de enero de 2010

Haití

Es, como dicen, llover sobre mojado.

Haití es el país más pobre de América y por ende uno de los más pobres del mundo.

Le llueve, se inunda, hay hambre, pobreza, se mueve la tierra.

Allá por 1700 entonces, era una tierra próspera, con enormes plantaciones de caña y producción de azúcar. Fueron colonia Española, luego llegaron los franceses. Buscando la abolición de la esclavitud se independizaron. La otra mitad de la isla (República Dominicana) conservó sus recursos naturales y hoy es una próspera nación con destinos turísticos cotizados. Haití consumió hasta el último árbol, al extremo tal que desde el aire es perfectamente visible la frontera entre ambos países: verdor y prosperidad a un lado, aridez y pobreza del otro.

Ayer la vida los golpeó de nuevo: les cae el terremoto más fuerte en 200 años, que deja luto y destrucción por donde se dirija la vista.

Puede ver una de las primeras notas con información aquí

Me parte el alma ver a esa pobre gente – no pobre por metáfora, sino por realidad – con el semblante desolado, cubiertos de polvo, llorando sus muertos, en la calle, perdidos, con menos que nada.

Detrás de la tormenta viene la calma, se dice mucho. Luego de esta tragedia, vendrán los países del primer mundo con sus donativos. Gente que no tuvo nunca una vivienda probablemente la tendrá, les llegará el agua, la comida, la atención médica...lástima que para que estos recursos lleguen, el pueblo Haitiano haya tenido que poner los muertos a cambio.

Aquí es cuando me duele el progreso. Por haber visto Mitch y bajo Lempa, por haber visto 2001 y techos provisionales, con respuestas de emergencia, por haber visto reconstrucción post 2001 y por haber oido de lejos, Verapaz y sus muertos.
Y aquí es cuando digo, que estoy en el negocio equivocado.

UPDATE 15-enero

Ésta es sin duda una de las mejores notas que he leído al respecto, en la cual, este párrafo, expresa de manera bastante exacta la sensación que me da esta tragedia:

“En un país en que no se sabe cuándo será la próxima comida o si habrá una nueva elección, esta vez la diferencia es que todas las instituciones se derrumbaron, literalmente: el Palacio Nacional, la catedral de Nuestra Señora de Haití, el Parlamento. Y lo hicieron al mismo tiempo que la mayoría de la gente perdía a uno o muchos seres queridos.”

Es decir, en el país donde la tragedia no es novedad, este fue un ejemplo de “o todos en la cama o todos en el suelo”. No sólo los oriundos del país están llorando a sus víctimas, también lo están lamentando en China, Brasil, Europa y otros países del primer mundo, que tenían a sus nacionales residiendo en Haití, muy probablemente en mejores condiciones que el común del pueblo, pero esta vez, la tragedia se los llevó a todos por igual, sin fijarse si eran negros o blancos, pobres o adinerados.

Coincido con la opinión de Herman Brück esta mañana en 102nueve, cuando se consterna por qué si EEUU, Francia, Inglaterra, Alemania y otros tantos tienen maquinarias, equipos y capacidades instaladas para derrumbar países enteros en nombre de la guerra, en estos momentos en Haití todavía haya gente viva bajo los escombros que no puede salir por falta del equipo adecuado para rescatarlos.

Tenemos la tecnología para buscar a Bin Laden bajo las piedras, pero no para encontrar sobrevivientes en el país más pobre de América.


Me sigue doliendo el conocimiento.

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